Una investigación publicada en el 2010 refleja aspectos preocupantes en lo que respecta a la violencia o maltrato infantil en el seno familiar en Paraguay. El trabajo publicado en sinviolencia.com.py nos debe hacer reflexionar.
Fuente: SinViolencia.com.py
Los resultados de esta investigación dan cuenta que tanto la violencia física como la verbal o psicológica son formas frecuentes de relacionamiento que utilizan las madres y los padres con sus hijos e hijas.
Ambas prácticas son consideradas formas de maltrato y están asociadas a diversos factores como la violencia en la pareja, el nivel educativo de ambos padres, el nivel socioeconómico de las familias y las pautas culturales.
Es paradójico que el hogar que debiera representar el espacio primario de protección para los niños, niñas y adolescentes, con frecuencia pueda convertirse en el lugar dónde se vulneran sus derechos.
- 6 de cada 10 niños y niñas paraguayos sufren algún tipo de violencia en el hogar. De ellos, 35% manifestó haber recibido violencia física grave, 13% dijo haber sido objeto de violencia física leve y 13% expresó haber vivido violencia psicológica. Pese a esta situación, una gran mayoría, califica su relación con ambos padres como buena o muy buena (91,9%). Llama la atención que el tipo de maltrato físico más frecuente sea el grave, a diferencia de otros países de la región como Chile, en los que predomina el castigo físico leve.
- Más de la mitad (52%) de los niños y niñas recordaron haber empezado a ser víctimas de maltrato físico antes del ingreso al primer grado escolar, principalmente entre los 3 y 5 años de edad. Estos datos son coherentes con otras investigaciones que llegaron a conclusiones similares a nivel internacional.
- Asimismo, los niños, niñas y adolescentes más maltratados son los que consideran en mayor medida normal que sus progenitores los golpeen. A modo de ejemplo aquellos que han respondido que SÍ es normal que los niños y niñas menores de 10 años reciban castigo físico, presentan el mayor porcentaje de violencia física grave (43,9%), frente a quienes respondieron que NO es normal (31,8% de maltrato físico grave). Esta justificación del maltrato o naturalización de la violencia lleva a la aceptación de esta forma de relacionamiento y a su reproducción. El aprendizaje sobre la paz o sobre
la violencia no es un proceso teórico, sino vivencial. Los significados sobre el amor, solidaridad, respeto y empatía se aprenden en los vínculos más próximos.
- El estudio muestra que las madres pasan más tiempo con sus hijos e hijas. El 45,2% de los padres pasan todo el tiempo con sus hijos e hijas frente al 70,3% de las madres. También, señala que las madres son las que ejercen más comúnmente el maltrato infantil y van dejando de hacerlo en la medida que sus hijos e hijas crecen, mientras que los padres los castigan con mayor severidad y no dejan de maltratarlos a lo largo del tiempo.
- Con relación al sexo, los hijos varones reciben mayor maltrato físico grave que las hijas tanto del padre como de la madre, mientras que las niñas reciben más maltrato psicológico que los varones.
- El maltrato infantil es una práctica culturalmente extendida a todas las clases sociales. Entre los tipos de maltrato, el maltrato físico grave es el más común en los tres niveles socioeconómicos (alto, medio y bajo).
- Este estudio ha encontrado que a mayor nivel académico logrado por las madres y los padres, menor es el nivel de violencia ejercido contra sus hijos e hijas. La diferencia es muy relevante si tenemos en cuenta que el porcentaje de madres universitarias que emplean el maltrato físico grave como medida disciplinaria es de 23,9%, frente al 46,8% alcanzado por sus pares que no fueron a la escuela. La misma situación se refleja en los datos del padre. Los hombres universitarios recurren menos a este tipo de violencia severa, haciéndolo en un 26,8% frente al 55,6% de sus congéneres sin educación formal.
- Otro hallazgo de esta investigación es que las parejas que recurren más frecuentemente a la violencia física entre sí emplean más el maltrato físico grave contra sus hijos e hijas, lo hacen en el 68,8% de los casos frente a las parejas que no pelean a golpes y que representan el 28,6%. Está claro que un clima de hostilidad familiar propicia más violencia.
- Entre las consecuencias del maltrato físico grave hacia los niños, niñas y adolescentes, se ha detectado que el 13% de los participantes fue golpeado alguna vez hasta sangrar y el 7,7% requirió atención médica.
- A pesar de los datos que ilustran hechos de violencia grave, sólo el 2,7% de los niños, niñas y adolescentes que fue víctima de maltrato refiere haberlo denunciado a las instancias correspondientes (CODENI, Fiscalías y Comisarías, entre otras). Esto indica que existe una estrecha relación entre la naturalización de la violencia y el desconocimiento de los derechos así como de las instancias de denuncia.
- Finalmente, este informe constata la existencia de una relación entre los síntomas de malestar psicológico y el tipo de maltrato que reciben los niños, niñas y adolescentes. Puede notarse que aquellos que reciben maltrato físico grave son los que presentan en mayor proporción síntomas de malestar emocional. Esto evidencia que el castigo físico puede predisponer a la población afectada a desarrollar trastornos en el área cognitiva, del aprendizaje y de las relaciones interpersonales.
Para la realización de este estudio fueron encuestados un total de 806 niños y niñas de 12 años en promedio, pertenecientes a 54 escuelas públicas y privadas del país. El mismo sigue un modelo aplicado en otros países de la región por UNICEF, que fue adaptado al contexto local paraguayo.
En una encuesta realizada a madres y padres, encargada por UNICEF a la empresa FIRST este año, los encuestados respondieron en primer y segundo lugar, que los adultos pegaban a sus hijos e hijas o los insultaban porque de esa forma fueron educados cuando niños (31,3%) y porque se ponían nerviosos y perdían el control (30,4%). También se hace evidente que la razón que motiva a este comportamiento es la necesidad y el deseo de educar y poner límites
a los hijos e hijas.
Este mismo estudio revela que el 76,6% de madres y padres cree que es posible educar sin violencia, mientras que un 20,3%, no lo cree factible. Por tanto, la mayoría podría estar dispuesta a recibir información sobre pautas de crianza sin violencia y a incorporar estas prácticas a la hora de poner límites a sus hijos e hijas como parte de su educación.
Asimismo, esta encuesta reunió información sobre los términos más empleados por las madres y padres a la hora de “corregir” a sus hijos e hijas: “estúpido de mierda”, “te voy a pegar”, “bobo”, “tavy”, “inútil” y “arruinado”. Algunos de los mismos han sido utilizados como ejemplo en la campaña de comunicación.